viernes, 16 de enero de 2015

De la oscuridad, el hielo, Gainekoleta y el paso del Camino de Zabaleta o la carretera nacional



.
Son las 7h45min., cuando un coche ilumina la explanada que existe a un lado del refugio, y cuando me estoy colocando, ya en el exterior, el frontal en la frente y me he echado a andar con confianza por la carretera, los coreanos habían salido unos diez o quince minutos antes que yo pero en seguida observo que les tengo a la vista. Ellos se sorprenden bastante por ello pero esa será la tónica de las siguientes once horas. Ya que ellos andarán haciendo su propio camino pero debido a nuestros muy diferentes ritmos, estaremos sentenciados a encontrarnos cuando menos nos lo esperemos. Lo explico: si yo me paro... me detengo sólo durante el instante necesario para recuperar la respiración, o quitarme o ponerme el polar... ya que beber bebo sobre la marcha. Sin embargo, la marcha de ellos es más acelerada, aunque no la marca el mismo siempre, creo...  yo no los estudiaba... pero cada kilómetro, o como mucho cada dos kilómetros, se sientan en la carretera misma a descansar y se nutren de líquidos o se alimentan de frutos secos, que muy gustosamente te ofrecen y que yo rechacé en cada ocasión, ya que de fuerzas experimentaba que iba sobrada. Y un detalle más: en la oscuridad van andando por el lado contrario del lado por el que se debe, que es situarse para ver venir de frente a los coches, yo les grito que eso que hacen es muy peligroso pero aunque lo comprenden y adoptan el carril por el que yo ando... en seguida lo desestiman y se cambian al otro, y a la noche continuaban lo mismo y estoy por apostar que así llegarán a Santiago.
.



.
El primer patinazo sobre hielo de mi vida va a suceder algún minuto después de tomar el desvío al barrio Gaiñecoleta; tras pasar el buzón de cartas, que es el de la vivienda que veremos metros más abajo.
.


.
Gainekoleta está iluminado por farolas de luz tenuemente amarilla y el Luzaide  transcurre, a través suyo, tranquilo y sereno.

Los coreanos se han parado ahí mismo, a hacer fotografías, yo con mucho calor paso a su lado, será una mañana gélida pero voy como embutida en el polar y comienzo a notarlo. Sudadera ligera y camiseta ligera de manga corta debajo. Me paro con dos lugareños, esperando que los coreanos me sobrepasen. Ninguna gracia me dan los lugareños, uno con mono, que andan entretenidos en el motor de un coche. Dicen que hoy hace más frío que ayer pero tal vez sólo sea porque ayer era menos oscuro que lo que parecía presentarse la mañana.
.
.
.
.
En minutos voy a poder comprobar que el agua cristalizada forma bellas ‘’estactitas’’ en el medio exterior, el bosque atlántico pero antes me detengo ante ese desvío, andando por la naturaleza se nos indica que de Ibañeta son 6 km con novecientos los metros los que nos separan. Así que mi razón hace cálculos y ahí mismo toma la decisión, porque son poco más de las ocho y media de la mañana y me digo: <<Si llegar llego a Roncesvalles, lo que es bastante probable, antes de las once… me voy a Zubiri>> pero la verdad es que no sé nada. Lo único, que las próximas horas me voy a obsesionar con ello. Y que la obsesión es uno de los ingredientes -según Facundo Manes, el neurólogo argentino, para consolidar nuestros objetivos, y aunque la obsesión hayan conseguido que sea un término tan feo que nos espeluzne un poco sólo de pensarlo.
.
.
.
.
Cerca de una hora más tarde, tras recorrer con cuidado el sendero propuesto, para no patinar a causa del barro helado, cruzar al final del tramo dos puentes de madera,  ascender, de nuevo, por las escaleras a la carretera del puerto y andar cerca de media hora por ella, alcanzo otra desviación. Los coreanos se han quedado sentados antes pero yo no la he tomado, he seguido caminando por la carretera porque, por ahí, llevo muy buen ritmo y no quiero variarlo con innecesarias subidas y bajadas, si lo que se pretende es sólo darnos una vaga sensación de ‘’treking’’. Ahora bien, voy a conocer una curva… en la que estás esperando que aparezca el camión que has visto  bajar, justo frente a ti, minutos… 
.
.
.
.
Impresionante. Y me he dado la vuelta varias veces, y ni señales de los coreanos pero, en cuanto me he querido dar cuenta… ahí estaban. Así que yo ese desvío, la próxima vez, lo tomaría… que no la habrá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo no sé si volveré por aquí pero si te animas a compartir con cualquiera de nosotros tu experiencia... no dudes en remitírmela al correo, al mismo tiempo. Y te deseo que te sientas bien.